Deconstruyendo a Piazzolla. A propósito del documental “Piazzolla, los años del tiburón"
- Jorge Arias, Chilecito
- 16 oct 2020
- 3 Min. de lectura

Nunca fue una discusión. Diría que se trataba de un intercambio amigable que contenía cierta ironía, propia de nuestra “supuesta superioridad generacional”, aquello que, junto con mi hermano, solíamos mantener con Manuel, nuestro padre, cada vez que aparecía en nuestros diálogos “el tema Piazzolla”.
Manolo era un tanguero tradicional, de aquellos que reconocían la nostalgia de la mítica década del ´40. Sin formación musical, disponía no obstante de un oído afinado para escuchar y decodificar lo que caracterizaba a los distintos intérpretes. Sus dioses del Olimpo tanguero lo conformaban Anibal Troilo y Osvaldo Pugliese, en particular Pichuco, por quien profesaba admiración, respeto y cariño.
Crecimos en un hogar donde siempre pudimos expresarnos con libertad, lo cual también se reflejaba en la diversidad de nuestras lecturas y de nuestros gustos musicales, producto de una época de cambios y tensiones que, entre otros aspectos, contribuyeron a la decadencia del tango y a la emergencia incontenible de nuevos ritmos y estilos foráneos, aún cuando escuchar a Troilo, Fiorentino, Goyeneche, Pugliese, Di Sarli, seguía siendo un sonido tan habitual en la casa, como el escuchar a The Beattles, Almendra o Led Zepellin.
En ese contexto se filtraba un intérprete cuya música nos resultaba al mismo tiempo familiar pero distinta. Era tango, pero no respetaba el ritmo del dos por cuatro, o de la milonga. Escuchar a Astor Piazzolla nos resultaba… paradojal, extraño pero al mismo tiempo era una música natural a nuestro entorno, ….como si brotara de los adoquines de Buenos Aires, como si interpelara a nuestra propia identidad.
“Eso no es tango”, afirmaba de modo categórico Manuel. Nosotros sosteníamos, con más intuición que cultura musical, que sí lo era, sólo que no era el tango tradicional que él había escuchado, bailado y disfrutado en su juventud.
Para Manolo, Piazzolla era una especie de hereje que había vulnerado los fundamentos de las sagradas escrituras. Mientras tanto nosotros, por el contrario, nos asomábamos al tango a través de Piazzolla, y eso nos permitía explorar y ahondar en la creatividad y la riqueza de esa música ciudadana y popular, y también ir más allá, para ir comprendiendo sus síntesis, sus amalgamas, sus mestizajes.
Con los años Manuel fue moderando su parecer, y sin duda, junto con mi hermano, trabajamos para deconstruir al tanguero tradicional. Mi padre disfrutaba la música, y eso contribuyó a que preste otra escucha a lo que producía ese “hereje”, cuyas interpretaciones se escuchaban en prestigiosos escenarios alrededor del mundo, y por el cual profesaban admiración y respeto destacados compositores e intérpretes, de géneros tan disímiles como el jazz o la música de cámara.
Pero en verdad, con mi hermano habíamos encontrado una fórmula para que Manolo “se rinda”. La fórmula era simple, le hacíamos una pregunta: “¿Quién era el arreglador de Troilo en su época de mayor fulgor?”, luego de un breve silencio nos miraba y con una sonrisa cómplice nos respondía: “Astor Piazzolla”. Se acababa la discusión.
Astor Piazzolla fue, y sigue siendo, un músico cuyo arte es inconmensurable. Como sostiene Irene Amuchástegui en su nota de la Revista Ñ (9/10/2020), “su música circula en los repertorios con una vitalidad que no distingue fronteras ni taxonomías”. Su influencia es notable en músicos argentinos y rioplatenses, como así también de otras latitudes.

A partir del 13 de octubre, y a lo largo del mes, el canal de cable HBO presentará el documental “Piazzolla, los años del tiburón”, una obra que recupera la palabra y la imagen de Piazzolla en una doble dimensión: la que brindan los archivos periodísticos y aquella que se nutre de la intimidad de la historia familiar.
El documental, una co-producción argentino-francesa dirigida por Daniel Rosenfeld y estrenada el año 2018, invita a transitar por los caminos de la insaciable búsqueda creativa de Piazzolla, siendo además un relato biográfico, por momentos intimista, con imágenes inéditas rescatadas de películas de 8 mm de la cámara familiar.
La narración mantiene un orden cronológico que abarca toda la vida del músico, y además de adentrarnos en su intimidad, nos permite acercarnos a una comprensión de los diferentes momentos en que su música va transformándose, buscando un ethos propio, diferente del tango tradicional.
El film también muestra a un Piazzolla inconformista, siempre en movimiento, en una permanente tensión creativa, y sosteniendo su arte ante las presiones de detractores y retrógradas.
“Piazzolla, los años del tiburón”, documental de Daniel Rosenfeld
Estrena el martes 13 de octubre a las 22:00 en HBO y HBO GO
Repite los días: Dom. 18, 8.05 hs.; Lu. 19/10, 15.45 hs.; Ma. 20/10, 11.20 hs.; Vie. 23/10, 0.10 hs.; Sab. 24/10, 9.15 hs.; Dom. 25/10, 14.20 hs.; Lu. 26/10, 6.00 hs. Para seguir leyendo:
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