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¿Lo público es privado?. Acerca de apropiaciones de espacios públicos en Chilecito

  • Jorge Arias, Chilecito
  • 3 sept 2020
  • 3 Min. de lectura

Según esa referencia ineludible para nuestra bella lengua, que es el Diccionario de la Real Academia Española (RAE), (lo) Público es, entre otras definiciones: “perteneciente o relativo al estado o a otra administración”, o bien, “Dicho de una cosa: accesible a todos”, e incluso la define como “Conjunto de personas que forman una colectividad”, definición esta última que nos permite estimar que si se vulnera lo público, también se afecta lo común, es decir lo comunitario.

Asimismo la RAE define (lo) Privado a lo “Particular y personal de cada individuo”, y agrega “que no es propiedad pública o estatal, sino que pertenece a particulares”. Las definiciones son claras, hablamos de palabras que refieren a dimensiones distintas, y que luego, el ámbito del Derecho lo consagrará a través de su filosofía, sus doctrinas y sus normas.

Esta introducción resulta necesaria para introducir una preocupación, la que resulta de observar con sorpresa como aquí en Chilecito, algunos actores privados actúan indolentemente sobre el espacio público, y como los agentes públicos, que deberían actuar en consecuencia, omiten su accionar por complicidad, indiferencia y/o aún - otorguemos esa posibilidad- por desconocimiento.

El problema radica en que el violentamiento del espacio público no deja de ser un hecho irregular e incluso puede abrigar aspectos delictivos. Uds. pueden pensar que la afirmación es exagerada, sin embargo les invito a recorrer situaciones reales que se dan o se han dado recientemente en nuestra comunidad, y a reflexionar sobre sus consecuencias, reales o hipotéticas:



1. A mitad de camino entre las rotondas de los Sarmientos y de la Universidad, en

ambas manos de la Colectora, podrán encontrar sobre el pavimento cuatro

cordones artificiales hechos de tierra apisonada que permite a vehículos, cruzar de

forma oblicua y a la ancho todo el trazado de la Colectora, es decir, comunicando

una vereda con otra. Hacemos referencia a una situación que supone la acción

racional humana, no de una acción o accidente natural.

Está claro que en ese lugar no hay ningún cruce habilitado de la citada arteria, por

lo cual, además de ilegal, esto es peligroso, no sólo debido por el riesgo que

implica un cruce vehicular clandestino, sino también porque dichos cordones se

han transformado para motociclistas y ciclistas, en un obstáculo que puede

obligarlos a una maniobra imprevista y peligrosa, la que puede poner en riesgo su

seguridad y la de terceros;

2. La calle Lino Spilimbergo, la cual es desconocida hasta por los carteros de la ciudad,

cruza por la derecha a la calle (ex rio) Santa Rosa 200 metros antes de su final, y luego de atravesar el lecho del río, recorre una especie de jota invertida para pasar por frente de la Posada del Sendero y por frente de la Capilla San Miguel Arcángel, para internarse luego hacia el oeste. Pero previo a esa trama, Spilimbergo cruza a escasos metros de Santa Rosa, el lecho del río, habitualmente seco. Según cuentan los vecinos del lugar, tiempo atrás, un nuevo propietario consideró apropiado rellenar su terreno, colindante con dicho río, y apeló a un contratista quien con una máquina excavadora procedió a extraer piedras de su lecho, dejando en el mismo una especie de pozo-pileta contenida por un tabique natural de piedra y tierra de aproximadamente dos metros y medio de alto, lo cual, ante una lluvia o desagüe natural, hubiese funcionado como un dique de contención, impidiendo que el curso de agua fluya por su cauce natural, lo cual hubiese generado la retención del caudal circulante y su desvío hacia zonas aledañas, originando inundaciones y anegamientos en la zona y en las propiedades cercanas. Pero además, el movimiento de tierras realizado por la máquina, dejó expuesto sobre la superficie los caños de aprovisionamiento de agua de la zona, lo cual derivó, días más tarde en el corte del suministro de agua de red para los vecinos.


Los hechos están expuestos. En el primer caso el problema sigue allí, vigente, quizás a la espera de alguna situación trágica que luego debamos enfrentar. En el segundo caso, la reacción de los vecinos, y también la del mismo propietario, quien al observar el inconveniente ocasionado enmendó el problema ocasionado con prontitud, aún cuando no pudo controlar algunas de sus consecuencias.

Los hechos son los hechos, se observan, se pueden palpar, sentir la incomodidad que generan u observar la desidia ante los mismos, pero en verdad el problema más serio es la confusión, la indolencia y la desconsideración ante lo que es Público, es decir hacia aquello que es de la comunidad, en definitiva, aquello que nos pertenece a todos.

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